Vivimos en un planeta que gracias a su atmósfera nos hemos adaptado a él. En astronomía, a menudo llegamos a maldecir a las nubes, porque nos fastidian la visión de los fenómenos astronómicos. En el Observatorio La Cambra, la meteorología forma parte desde hace casi 35 años a través de la estación oficial de la Agencia Estatal de Meteorología con el código 8385C, donde hemos medido las temperaturas, la humedad relativa y las precipitaciones básicamente. Desde el año 2020, medimos también la fracción de cielo cubierto o despejado, según se mire, mediante el método del fraccionamiento del cielo en octavos, que en los años 80 del siglo XX propusiera la Liga Iberoamericana de Astronomía para los observadores solares. Decididos a saber más a fondo cómo es nuestro cielo en índices de nubosidad, se acompaña el resumen de los cuatro años y su promedio en la cabecera. Seguramente no será el método más eficaz de medir la nubosidad, pero a falta de otro, es el único de que disponemos. Existen paradojas, como que a menudo se nubla mucho, aunque no llueva, obteniéndose promedios muy similares para años muy lluviosos, frente a otros más secos como el del año 2023 donde sólo se registraron 250 litros frente a los más de 500 del 2021 y con una nubosidad muy similar a la de otros años lluviosos, ello es debido a la entrada de frentes del oeste que no dejan casi precipitaciones en el mar Mediterráneo y descargan la lluvia en el océano Atlántico.
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